Aysen Demografía

El Desafío Demográfico en la Región de Aysén: envejecimiento, baja natalidad y consecuencias socioeconómicas

La Región de Aysén está experimentando una transformación demográfica que impactará profundamente su desarrollo social, económico y la planificación de sus políticas públicas. Los datos censales y las proyecciones de población para los próximos años nos muestran una realidad inminente: una población que envejece rápidamente y una baja sostenida en la tasa de natalidad. Estos cambios no solo afectarán la composición de la población, sino que también representarán desafíos para sectores clave como la salud, la educación, el mercado laboral, actividad y crecimiento económico y el sistema de pensiones.
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Es evidente que la Región de Aysén está experimentando una transformación demográfica que impactará profundamente su desarrollo social, económico y la planificación de sus políticas públicas. Los datos censales y las proyecciones de población para los próximos años nos muestran una realidad inminente: una población que envejece rápidamente y una baja sostenida en la tasa de natalidad. Estos cambios no solo afectarán la composición de la población, sino que también representarán desafíos para sectores clave como la salud, la educación, el mercado laboral, actividad y crecimiento económico y el sistema de pensiones.

Entre los años 2008 y 2023, la cantidad de nacimientos en la región ha disminuido en un 43.8%, pasando de 1,733 nacimientos en 2008 a solo 974 en 2023 (en base a datos INE). Este descenso revela una disminución continua en las tasas de reposición poblacional, lo que indica que cada vez nacen menos niños para sustituir a la población adulta que envejece, tanto en el rol productivo como en el de consumo.

Proyectando esta tendencia hacia 2035 y 2040, se espera que la baja natalidad persista a tal extremo que de mantener el ritmo actual en 2040 prácticamente no nazcan niños en la región, ello a menos que se implementen políticas que implemente políticas que incentiven los nacimientos o que se produzcan cambios significativos en las dinámicas reproductivas y poblacionales. Sin una intervención, el impacto de esta tendencia puede ser severo afectando a varios sectores de la sociedad, como por ejemplo todo lo relacionado con el sector educacional.

Junto con la baja natalidad, la región está viendo un crecimiento significativo en la población de adultos mayores (65 años o más). Se proyecta que para el 2035 este grupo etario se duplicará en tamaño respecto a 2017, representando una proporción cada vez mayor del total de la población.
Para el 2035, la población total de la región alcanzará un máximo de 109,000 personas, con una disminución continua de niños y jóvenes (0-14 años), y un incremento considerable en la cantidad de adultos mayores con tendencia de decrecimiento de la población activa que además tendrá mayor edad. La participación del grupo etario >= 65 años en 2017 era del 9.36%, a 2024 está proyectado en 12.43%, a 2035 en una década más, ya rondaría 17.50% pudiendo superar el 20% de la población regional a 2050, en 25 años más. De continuar esta tendencia, para el 2050 podríamos enfrentarnos a una población aún más envejecida, con un número reducido de personas en edad laboral y una población estancada o en declive.

El envejecimiento poblacional tiene implicaciones directas sobre la demanda de servicios de salud. El crecimiento en el grupo de adultos mayores provocará una mayor demanda de cuidados geriátricos, atención a enfermedades crónicas y servicios de cuidados a largo plazo. Esto requerirá no solo de mayores inversiones en infraestructura sanitaria, sino también en la formación de profesionales especializados en el cuidado de personas mayores.

Por otro lado, la disminución de nacimientos también implica una menor demanda de servicios de maternidad y pediatría, lo que podría permitir la redistribución de recursos hacia otras áreas de la salud. Sin embargo, el envejecimiento poblacional presionará fuertemente los recursos públicos y privados destinados a la salud y de cuidados de adultos mayores.

La disminución en la población infantil tendrá un impacto directo en el sistema educativo. Con menos niños naciendo cada año, la demanda por educación primaria y secundaria disminuirá, lo que podría llevar a la consolidación de escuelas o incluso al cierre de algunas instituciones en zonas con bajas tasas de natalidad. Existe con ello un efecto directo en la demanda de capital humano vinculado a la provisión de docencia y servicios paradocentes, lo que conlleva un desafío en relación a la revisión de la composición, edad y capacidades de los equipos pedagógicos y de apoyo. Así también, en una región con comunas con baja densidad poblacional, de alto costo, y dificultades conectividad física y digital, se encuentra en riesgo la capacidad de muchas de ellas de poder educar a los hijos en las mismas localidades, debiendo considerar la opción de desplazamiento a otras comunas, como ocurre en la actualidad, pero que podría a futuro podría verse agravada.

Por otro lado, esta disminución en la demanda también abre oportunidades para mejorar la calidad educativa, redistribuyendo recursos para ofrecer mejores condiciones a los estudiantes actuales. Además, podría ser necesario implementar programas de formación continua y capacitación para adultos y personas mayores, adaptando el sistema educativo a las nuevas realidades demográficas.

El envejecimiento de la población y la baja natalidad afectarán la oferta de fuerza laboral a largo plazo. Dado que la región se enfrentará a una disminución de la población en edad productiva, de no mediar políticas activas para revertir o modificar la tendencia, ello puede limitar seriamente el crecimiento económico y reducir la capacidad de innovación y productividad en una región con serias falencias económicas estructurales actuales.

Una solución podría estar en promover políticas de envejecimiento activo, permitiendo que las personas mayores sigan contribuyendo al mercado laboral mediante horarios flexibles o programas de reentrenamiento lo que requiere tanto abordar oportunidades de mercado en esa área, así como las competencias laborales actuales incluyendo aspectos de niveles educacionales y capacidad de adaptación a los cambios tecnológicos. Al mismo tiempo, será importante establecer estrategias para fomentar y hacer atractiva la región para una inmigración controlada para compensar la caída en la población joven y dar ciertas garantías para que que la región pueda lograr alguna ventaja competitiva económicamente.

Sin duda que el sistema de pensiones será uno de los más afectados por el envejecimiento poblacional regional. Con un número creciente de jubilados y una fuerza laboral relativamente estable o decreciente, agravado si no se generan opciones de mejora económica y de productividad regional, se ejercerá una presión creciente sobre los sistemas de seguridad social.

La sostenibilidad de las pensiones requerirá ajustes importantes, lo que puede incluir posibles aumentos en la edad de jubilación o un mayor fomento de estrategias de ahorro e inversión privada para la vejez.

Así también, la atención a largo plazo para personas mayores deberá expandirse, tanto en términos de infraestructura como en servicios de cuidados especializados.

La Región de Aysén enfrenta un desafío demográfico significativo que está transformado su estructura social y económica. La disminución de la natalidad y el envejecimiento poblacional requerirán una planificación y acciones para garantizar que los sistemas de salud, educación, pensiones y empleo puedan adaptarse a esta nueva realidad.

La implementación de esas iniciativas requiere un esfuerzo coordinado entre los diferentes niveles de gobierno a nivel regional, tanto acciones del gobierno central, gobierno regional, gobiernos locales e instituciones con base regional dado que estas transformaciones involucran e impactan a toda la población.

En un contexto de crecimiento económico regional debilitado, muchos adultos mayores ya experimentan carestía y pérdida de bienestar dado el aumento de costos de vida que se aprecia en los últimos años.

Es fundamental que a nivel regional se implementen políticas que promuevan la natalidad, incentiven la inmigración con fines económicos, se promueva crecimiento y desarrollo económico, y se comience a ajustar los servicios sociales y económicos para una población envejecida. Solo mediante una adaptación proactiva a estos cambios la región podrá tener opciones de un futuro más sostenible asumiendo sus desafíos demográficos promoviendo mejores condiciones para todos sus habitantes. No abordarlo no sólo tendrá consecuencias socioeconómicas sino también geopolíticas.

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